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Nicaragua. Un país desconocido.


¿Qué sabemos de Nicaragua? ¿Qué hemos oído sobre ella? Prácticamente nada, de Nicaragua no se habla.

Un gran país lleno de vida, de verde, de azul, de esperanza y riqueza. Lagos, cerros, playas, montañas, volcanes, ciudades, pueblos, comunidades, personas. Al llegar al país, primero te impacta lo verdaderamente bonito que es, lo natural y enigmático que puede llegar a ser todo lo que te rodea nada más bajar del avión. Poco a poco, tu experiencia se va convirtiendo en algo más real y tu apreciación de tu entorno se desarrolla de manera distinta. Ya no es sólo lo que te venden, también es lo que tú percibes al mirar más allá de lo exótico, paisajístico o turístico que pueda ser Nicaragua. Ves situaciones, comportamientos y no entiendes por qué se producen, por qué lo permiten sin tan si quiera hablar de ello. ¿Por qué no hacen nada? ¿No se dan cuenta?

Desde luego, nosotros sí que podríamos quedarnos en esta idea si no fijamos un poco más la vista y evitamos profundizar en conversaciones más comprometidas. Ellos, desde luego, ya tienen suficiente cuidado para no descubrirse y, por ahora, funciona. Y este pensamiento viaja contigo durante gran parte de tu recorrido allí en Nicaragua. Quedas decepcionado por la pasividad de un pueblo que no mucho tiempo atrás consiguió romper las cadenas que lo maniataban. Ahora bien, afortunadamente, esta no es la realidad, no es negro todo lo que no tiene luz. Y es entonces, cuando poco a poco empiezas a vislumbrar que detrás de esta fachada puede haber algo más, que tal vez no sea simplemente un pueblo impregnado de desidia y conformismo, que tal vez detrás de esa tranquilidad se esté cociendo algo más. “No creas que no se dan cuenta. Sí ven lo que sucede, lo que pasa es que nadie tiene (…) para decirlo” En este artículo son muchas las voces que hablan, pero dada la delicada situación que atraviesa el país, todas ellas serán anónimas.

Es gratificante poder charlar con personas de ideas claras y personalidad decidida, son ellas, con su confianza en una nueva victoria del pueblo, otra que haga honor a la conseguida 34 años atrás, las que encienden y enfocan la luz que da color a lo que de momento sigue en penumbra. “Se están haciendo cosas, pero de momento se hacen en las sombras”. Cuando no se trabaja por el pueblo; cuando no se fomenta lo público y sí el enriquecimiento privado; cuando el imperativo pasa por el miedo a hablar, por la imposibilidad de plantear ideas y pensamientos políticos más allá del partido único; es entonces cuando surge la lucha.

Un amigo doctor me contaba la siguiente historia: “En Matagalpa, hace unos meses se cerró una clínica privada por contar con un inodoro a veinte metros de un quirófano. Casualmente, los trabajadores de esta clínica no eran partidarios del Gobierno ni de sus políticas. Hacían oposición y lo hacían de manera pública. Dos meses después, trabajadores militantes del Gobierno abrieron de nuevo la clínica sin modificar lo más mínimo su infraestructura. Nadie dijo nada” Sin trabajo no hay dinero, sin dinero no hay comida, pero necesitamos la comida para poder vivir, entonces necesitamos dinero y trabajo: no es posible hacer oposición. Al menos no de esta manera.

Daniel Ortega, segunda legislatura, pero no por ello democráticamente elegida. “Yo era jefe de las mesas donde votaba mi familia. No se contó ni un solo voto de la oposición a Daniel, sólo de partidos minoritarios. ¿Cómo es posible? Yo sé lo que vota mi familia.” Esta no es la única declaración de este tipo, y la suma de muchas hace la victoria. ¿Dictadura democratizada? Entrevistándome con un trabajador del sector público y hablando de la importancia de la militancia a la hora de conseguir un trabajo público, en tono casi de susurro y entrelazando miradas a derechas e izquierdas controlando posibles oyentes, me decía: “Claro, hay sus cosas. Aquí se trata de trabajar de la manera más democrática, pero lo político es sensible. Todo sistema tiene sus debilidades”

Nicaragua es un país agricultor y ganadero, la mayor parte de su población trabaja en el campo y vive de ello. Hay tres épocas de siembra y recogida a lo largo del año. La producción de alimentos en el país es muy alta (depende del año, pero suele serlo) y su capacidad de abastecimiento permite exportar fuera de las fronteras, a un precio más favorable que el que pudiera ofertarse en territorio nacional, donde el poder económico es menor.

Hablando con un campesino y ganadero propietario me contaba que después de las recogidas, el Gobierno cierra fronteras, no permite que se exporten productos al exterior. ¿En qué situación estamos? El campesino tiene que vender sus productos dentro del territorio nacional, todos han de hacerlo, generando entonces un incremento notable en la oferta, que al no verse acompañado de uno proporcional en la demanda, obliga a reducir el precio de venta para poder liquidar la mercancía. ¿Qué pasaría si gente del Gobierno, trabajadores públicos o privados, pero vinculados al ejecutivo, compraran la mayor parte de estas producciones para después venderlas, una vez abiertas las fronteras de nuevo, a un precio mucho mayor? ¿Robo? Esto sucede.

“Se están haciendo cosas, pero de momento se hacen en las sombras” Ha nacido la guerrilla. Nació tiempo atrás y cada vez tiene más fuerza. Otro de los componentes del movimiento me preguntó una vez: “¿Viste en el telediario de Acción 10 el asesinato de un campesino de Estelí en un ajuste de cuentas? No era un ajuste de cuentas. Ese campesino era uno de los jefes de la guerrilla en el norte y fueron a por él como están yendo a por todos nosotros”.

Está habiendo muertos.

Sabemos que Costa Rica es pro-estadounidense, que Panamá es el Canal y que la estrategia geopolítica es imprescindible hoy día. Nicaragua es igualmente necesaria, Daniel Ortega no simpatiza especialmente con el gobierno estadounidense, hace promoción de un posible acuerdo con un privado chino para la construcción de otro canal interoceánico. Consecuencia, la CIA está apoyando y formando la guerrilla. Otra más.

Y es aquí donde aparece la contrainteligencia. ¿Qué temor hay mayor que el de no poder hablar libremente con personas cercanas a ti? Ese es el juego, evitar la comunicación infiltrando ojos y oídos delatores que señalen, personas prácticamente obligadas a trabajar para ellos, “si no me ayudas, es que no estás conmigo”. “Ya no te puedes fiar ni de tus amigos. Hay que tener mucho cuidado de con quién hablas”. Ya sabemos entonces porque parece que no se dan cuenta.

Después de la victoria sandinista, varios han sido los presidentes que se han ido sucediendo uno tras otro. La fuerza que tuvo el enfrentamiento y el ideal que se hizo del Frente Sandinista de Liberación Nacional se utiliza como atracción de aquellos que un día lucharon por su libertad y que hoy no se ven sin ese Frente. Es evidente que aquellos ideales no son estos ideales, pero si te vendes bien, puedes dar esa imagen. Resultado, mucho fanático que fija su mirada en el negro y rojo de la bandera y no en el rojo de la sangre que se está derramando ni en el negro del miedo que se viene propagando.

Viajando por Nicaragua podríamos decir que únicamente existe un solo partido. Carteles promocionales por todo el país del FSLN; no se ve la oposición. Pareciese que no se les permitiera promocionarse, que no hubiera opción.

¿Y cómo evitar que el pueblo se haga uno y defienda su libertad? Aquí entran en juego muchos de los factores socio-culturales aparentemente existentes por la influencia de la tradición, pero intrínsecamente necesarios para la permanencia del poder. Si son diez personas, cinco hombres y cinco mujeres, y cada cual quiere hacer su propia revolución, como sucede en Nicaragua, les va a ser imposible. Cinco por un lado y otros cinco por otro no van a conseguir la victoria; diez unidos, sí. ¿Interesará entonces a los poderes mantener esta división? ¿Machismo como forma de control social? Al generarse desigualdades entre el hombre y la mujer, se fomenta la falta de comunicación, de alcanzar conocimientos mixtos y de ser una sociedad fuerte y unida. De esta manera se evita que el pueblo se haga uno y defienda su libertad.

Lo mismo sucede con el tema de la educación. Con una media de 65 estudiantes por profesor en Secundaria y una inexistencia de escuelas de este tipo en las comunidades (siendo Nicaragua en más de un 70 por ciento rural), ¿cómo se espera prosperar, crecer como pueblo? Poder mirar al frente sin tener miedo, sin sentirse oprimido ni manipulado, requiere conocimientos y perspectiva. Trabajar el intelecto nos abre los ojos y la mente, crecemos y rompemos los hilos que tanto tienden a controlar al ser humano. Dejamos de ser títeres. Una sociedad basada en la educación es una sociedad próspera, que habla por sí misma y busca su propio camino; no necesita salvadores. Pero siendo así, no habría poderosos ni grandes riquezas; y eso no interesa. No les interesa.

¿Y la religión? “La religión influye muchísimo […], la iglesia te prohíbe la planificación familiar” Entre otras cosas. De nuevo, otro mecanismo de control social. Cuando creer en algo deja de ser una motivación por ser mejor cada día, cuando en vez de hacernos más fuertes y seguros de nosotros mismos nos sumerge en un mar de prohibiciones y temores, entonces, no hablamos de algo positivo sino más bien de un marco limitado de pensamiento y desarrollo personal. Más allá del bien está el pecado.

“Nicaragua: Cristiana, socialista y solidaria” Este es el lema del partido, cristiano por bandera; socialista porque el poder recae, de una manera casi totalitaria, en el Gobierno; y solidaria, porque sí, Nicaragua, su gente es solidaria. Aquí reside su potencial. Gente con ganas de conocer lo de fuera, con ganas de intercambiar conocimientos y de crecer. Sí. Nicaragua es bella porque su pueblo es bello, y siendo así, no tardará mucho en volver a triunfar, en quererse un poco más y brillar como ha de hacerlo.

Estas son parte de las circunstancias reales del país, el presente, ¿el futuro?, ni quiera dios, nadie lo sabe. Ellos confían. Yo confío, me han dado razones. El camino se empieza cuando uno se levanta.

Levantémonos.

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